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Pieles NO

domingo, 15 de mayo de 2011

El miliciano y el albañil




EL MILICIANO Y EL ALBAÑIL y cómo se me despertó la conciecia social gracias al PCE

Mi padre no era nada de contar batallitas, pero así como yo conocí a un
militar que se había ido a la División Azul con Lo que el Viento se
Llevó, la gente por lo que parece se va a la guerra con cosas raritas.
Mi padre se fué con una cámara fotográfica, lo que no tiene nada de
extraño, porque ya dije antes que el vicio de la totografía me viene
por línea paterna, y que mi abuelo fué un amateur de los primeros. Hizo
bastantes fotos, por Cogolludo, cerca de donde estaban los italianios,
en Málaga, en Somosierra, que es donde le cogió el fin de la guerra. Mi
padre hay que dejar claro que era de derechas, y admiraba mucho a los
USA, pero no le interesaba demasiado la politica. Era un militar, y a
un milico lo normal es que le gusten las armas. A él le chiflaban los
aviones. Estaba en la Base Aerea de Son San Juan, cuando había allí una
granja estupenda y muchas más cosas. Pero con esto vengo a decir que a
mi padre no le interesaba la politica, y cuando salia Franco en
TV inaugurando pantanos muchas veces se levantaba y se iba. Yo me
he preguntado muchas veces por qué mi padre se fué voluntario de
alferez provisional a primera línea. El en Sevilla tania muchos amigos
anarquistas. Andalucia ha sido la cuna del anarquismo español. ¿como se
le ocurrié irse, queya lo conte, en plena noche, dejando una notita
sobre la cama, como en las pelis?.Pero mi abuela cuandoiba a coger el
tren le estaba esperando en el andén pues era más lista que las
ratas, y algo se debió oler. Le trajo más cosas utiles, y algo de
comida. Sin embargo, su padre, mi abuelo, era abogado en el
Ayuntamiento y republicano hasta las cachas. Yo unavez le pregunté a mi
padre que cómo había podido enrolarse con esa gente franquista, y me
contestó que era joven y tenía ganas de aventuras.Y como Sevilla era de
Queipo de Llano y franquista a más no poder, no podía irse a otro
bando. Yo a mí esto no me ha convencido nunca, y hasta he llegado a
pensar que si se fué así, de repente, quizás fuera para salvar la vida
su padre, a quien expulsaron del Ayto. pero no le mataron, a pesar de
ser más rojo que los tomates maduros. Yo no comprendo como puede uno
enrolarse en un lío de estos sin estar convencido, pero mi padre era
capaz de cualquier cosa. Mi padre jamás mostró odio a nadie, y me
contaba cosas de la guerra coo si fuera una peli del far west. No
odiaba a los rojos, de quienes decía que eran muy valientes, pero se
pegaba tiros con ellos. Por la noche, cantaban en las trincheras
canciones y hasta se hablaban, los enemigos, y tocaban la guitarra. Una
cosa que me contó de las pocas que sé de él, es que una vez, mandando
él una centuria (?), un miliciano que estaba en un árbol a un tiro de
piedra estuvo todo un dia teniéndolos metidos en un terraplén, pues así
asomaban la gaita, el tío disparaba. Yo admiraba al miliciano, y
pensaba: !qué valor, un hombre solo contra tantos!. Mi padre me dijo
que como aquelo se alargaba demasiado, mandó a sus hombres que
disparasen todos a la copa del árbol, y el miliciano cayó como fruta
madura. Yo he pensado muchas veces en este hombre, con pena y
admiración. Las fotos que hizo mi padre no eran fotos sangrientas, sino
de trinchera, sus compañeros y cosas así.No era nada morboso. Luego, al
hacerme del PCE, yo oía a las veteranos de la edad de mi padre y me
contaban historias idénticas, pero al revés, Yo caía en una especie de
esquizofrenia y le echaba la culpa a Franco, que tenía la culpa de
aquel horror. Recuerdo que la prmiera vez que fuí a una reunión de los
cocos, aún no existia IU, había en la mesa y detrás una bandera roja,
que yo la consideraba la mía, con una hoz y un martillo en amarillo
enormes. Yo me asusté un poco, porque me parecía que estaba
traicionando a mis padres, pero se me pasó enseguida y me integre, y
como me gusta la politica, me lo pasaba muy bien y tenia amigos
estupendos y p articipaba en manis con pancartas , iba por las noches a
pegar carteles, y cosas así. Además, me sucedía algo muy extraño, que
no lo he leido ni oido en ninguna parte..Mi abuela,que daba mucha
limosna a los pobres, y mi madres, eran las dos muy clasistas, y mi
abuela me imbuyó que yo no era una mindundi, y que las niñas del
colegio eran de baja estofa. Eran hijos de payeses ricos y cosas
así. Mi abuela dividia, y mi mamá, a las personas en dos bandos: La
"gente bien" y la "gente mal" u "obreros". Ellas nunca
empleaban la `palabra obrero, decían trabajador. Pero lo decían con un
asco y un desprecio indeibles. Y les trataban bien, si venia el
fontanero a el electricista, por ejemplo, eran muy amables con él, le
ofrecian refrescos y bocadillos. Pero eran "los intocables". La cosa
más vergonzosa que he hecho en mi vida, y la única excusa era que era
una niña chica de derechas, fué una vez que iba con mis padres en un
tranvía , que iba hasta los topes. Solo había un sitio, al lado de un
albañil que salía de la obra, lleno de cal el pobre. Mis padres me
incitaron a que me sentara, y a mí no me gustó nada. Sus manos
callosas, llenas de polvo de cal, su aspecto pobre, todo, me causaban
gran repugnancia. Estuve unos minutos y entonces lo hice. Me levanté y
me cogí de la mano de mi madre. Mis padres, sorprendidos, me
preguntaron que por qué hacia aquello, pero yo muda. El pobre hombre
puso una cara de vergüenza porque todo el autobús le miraba, y debían
pensar que era un pedófilo o algo por el estilo, que me habia querido
meter mano o algo así. Años después recordé esa conducta mía y me dolió
profundamente, y no he olvidado la cara de vergüenza de aquel hombre, a
quien puse en evidencia. Pero con el tiempo fuí cambiando, a mí me
volvía loca Dolores Ibarruri, mi heroína, y acabé ingresando, de la
manita de mi profe de ruso, que era uno de los "niños de la guerra", en
el Partido. Yo estaba más contenta que unas pascuas, y entonces me dí
cuenta que aquello estaba lleno de hombres como al que yo había
humillado antes en el tranvía, y se me pasaron de golpe los prejuicios.
Recuerdo que teníamos a dos enterradores andaluces muy salados, que se
llamaban Juan de Dios,los dos, y me contaban truculencias que me
encantaban. Todos los parias de la tierra, al menos los que había allí,
se convirtieron casi de pronto en personas. Entonces me dí cuenta de
cuánto daño había hecho a aquel pobre albañil, a quien seguro había
amargado el día, y me entró una vergüenza tan grande por lo que hice
que lo escribo aquí, para que la gente lo lea. Mi madre, cuando me
llegó la "edad de merecer" (y me lo merecía), me dijo drásticamente que
ni se me ocurriera traer a casa a un trabajador, que no lo admitiría. .
Yo le dije que sí. No sé qué más decir. Sólo que estoy orgullosa
de mi militancia comunista, que me ha salido cara, pues cuando
trabajaba, con el PP en el poder tantos años, me putearon lo que
quisieron, y llegué a ser la Directora de la Oficina de Turismo gracias
a una chica de CCOO, Assumpta Massanet, que defendió a capa y espada
mis derechos.¡GRACIAS,ASSUMPTA!!

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