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Pieles NO

jueves, 15 de diciembre de 2011

Miedo al engaño


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No confiar en los demás y tener miedo al engaño es uno de los motivos por los que mucha gente se cierra a nuevas relaciones y demás contactos con otras personas. El alto nivel de desconfianza, sobre todo a ser objeto de engaño, hace que nos encerremos en nosotros mismos.

Es normal que, tras haber tenido una experiencia desagradable, sintamos reparos ante cualquier situación que pueda asemejarse a aquella que en el pasado nos hizo sentirnos mal. Es muy habitual oír entre la gente que se han sentido engañados, estafados o decepcionados por alguien de su entorno más cercano: hablamos de algún integrante de la propia familia, incluso la pareja o los amigos del círculo más íntimo.

Este miedo al engaño nos lleva a crear un círculo de confianza muy bien definido y extremadamente íntimo. A ellos les otorgamos una nota muy alta para evaluar su confianza, aunque muy rara vez esa puntuación llega al máximo. Tras este primer círculo solemos establecer un segundo, pero éste mucho más alejado. A éste segundo le sigue un tercero donde situamos a las personas que nos son desconocidas y a las que les otorgamos, incluso sin conocerlas, una puntuación de confianza excesivamente baja.

Es curioso observar las diferencias de comportamiento entre las personas que viven en un entorno urbano de las que habitan en los pueblos. Éstos últimos se muestran mucho más desconfiados con todo aquel que le es desconocido de lo que pueden comportarse los individuos que transitan por las ciudades.

Sin embargo esta afirmación da un giro de 180 grados si hablamos de los vecinos: las personas que viven en pueblos o núcleos de población pequeños muestran un nivel de confianza muy superior respecto a sus vecinos que el resto de personas. Por lo tanto, los habitantes de núcleos pequeños confían mucho en sus vecinos pero poco en el resto de personas.

Además toda esta situación, si la tenemos en cuenta en medio de la crisis económica en la que nos vemos inmersos, se ha multiplicado: Cada vez tenemos una mayor percepción basada en la desconfianza. Es una consecuencia directa de las situaciones en las que existe inestabilidad económica y que afecta, en mayor o menor medida, a varios niveles de nuestra sociedad, desde el individual al familiar y social.


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