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Pieles NO

domingo, 11 de junio de 2017

Los conventos y las plantas medicinales y venenosas

Convento de Miraltares. Galicia


Las  plantas medicinales y venenosas son conocidas desde la antigüedad, pues el hombre pronto  supo cuáles eran  las hierbas que curan y las que matan.
Dichas hierbas tenían sus conocedores, que solían ser de dos clases: Los herbolarios con más o menos escrúpulos y los frailes.
En la Edad Media todo el mundo se fiaba de las plantas que cultivaban los frailes, por aquello de ser fraile y pertenecer a la comunidad eclesial. Se suponía que nada pernicioso podían vender. Como los conventos solían estar en las afueras de las ciudades, ya en el campo, los santos varones tenían acceso a todas las plantas y plantitas con cualidades varias., que se transmitían de generación en generación.
Luego estaban los otros, que ya echaban un cierto tufillo a azufre. Me refiero a brujas, herbolarios y curanderos. Las conocían tan bien como los frailes, pero eran mirados con respeto porque sabían que podían cargarse a una persona con sus pócimas, que ellos vendían. No solo cosas perniciosas, sino pócimas para todos los males, y tenían su clientela.
Yo misma recuerdo que de pequeña iba con mi madre e un herbolario de Palma, que siempre decía: "-Con todo lo que tengo aquí - señalando a sus botes de porcelana donde guardaba sus tesoros- puedo matar a cientos de personas". A mí me fascinaba aquella botica tan tremenda..y su orgulloso propietario,. pero era un buen hombre.
La "Santa" Inquisición llevó a la hoguera a muchos curander@s y bruj@s considerados envenenadores. Entonces era fácil terminar como una brocheta, bastaba que los vecinos quisieran mal a una de estas personas y le dieran mala fama, que venían los inquisidores y rápidamente lo asaban.
Y si era mujer y  vieja, peor. Había muchas mujeres solas, viudas o solteras, que solían vivir con gatos, y eran consideradas brujas por el hecho de conocer las virtudes (y pecados) de las plantas. Solian tener algunos gatos, que eran enseguida considerados demonios encarnados, y ellas y sus felinos también eran carne de hoguera.
Pero los gatos se vengaron. Tal persecución hizo que los pobres michis . casi se extinguieran, y entonces las ratas se reprodujeron de tal modo, al no tener a los gatos que regularizasen su número, que llevaron la peste negra a Europa, perdiendo en poco tiempo la población medieval de ésta las tres cuartas partes de sus individuos, que se dice pronto. No había gente suficiente para enterrar a tantos cadáveres, y además era extremadamente peligroso, pues la peste negra era muy contagiosa. Los ricos huían a sus posesiones en el campo, aislándose de la enfermedad y los pobres caían como moscas. La novela El Decameron de Boccaccio trata de este período, y sitúa el ambiente de su novela en una casa rural de éstas, donde los nobles se contaban cuentos para pasar el tiempo.
Volviendo a las plantas

 
Convento de los dominicanos en la Rep. Dominicana

de los conventos, los frailes también conocían las que eran , debidamente maceradas y adobadas, aptas para fabricar deliciosos licores. Los frailes conventuales (y las monjas) sabían fabricar estas delicias, así como los dulces, y venderlas luego a los simples fieles.



Planta muy común en jardines, invasora y se reproduce rápidamente y lo invade todo

Esta es muy mona pero no sé  cómo se llama

Muérdago. Muy corriente en Navidad y lo venden en las floristerias

De esta no sé el nombre, pero tiene una mala pinta...

Las plantas con flores de tipo trompetilla suelen ser venenosas. Mejor huir de ellas y si se han tocado, lavarse las manos

Flor del tejo. Muy venenosa, así como todas las partes del  árbol

¡Huy que miedo...!

Más trompetillas
 
LAS DELICIAS CLERICALES Y MONJILES
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Como ya he hablado bastante de venenos y cosas desagradables, quiero terminar este post poniendo por las nubes llenas de angelitos a las maravillas de dulces y licores que hacen frailes y monjas. Entre los dulces -numerosísimos, casi cada convento tiene su especialidad- mis preferidos sin duda alguna son las yemas de San Leandro, que solo se pueden comprar en el torno del convento de San Leandro, en Sevilla. Son caras, porque es puro huevo hilado envuelto en azúcar, pero pienso que deben ser pecado, pues están demasiado buenas.
 

 
 


Yemas de San Leandro
 
Convento de Santo Domingo
Gato medieval viendo a un inquisidor

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