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Pieles NO

sábado, 2 de diciembre de 2017

Ya no hay diferencias entre catolicismo y protestantismo

 
Ya no es tiempo de reformas,
sino de una gran ruptura radical
José Maria VIGIL
eatwot/academia.edu/Jose´MaríaVIGIL
Panamá
Hace sólo 50 años
Recuerdo bien cómo, por los años 80, algunos pastores protestantes
amigos me confiaron en intimidad que, con los cambios registrados en la

Iglesia Católica por causa del Concilio Vaticano II, habían quedado desconcertados,

porque habían quedado sin base críticas muy importantes

que la Reforma Protestante hacía a la Iglesia Católica (sobre los santos,

las imágenes, la «mariolatría», la ignorancia de la Biblia, etc.). Lo principal

de lo que ellos estaban predicando a los católicos como «buena noticia»

de la Reforma protestante, había sido asimilado con entusiasmo por las

bases de la Iglesia católica, decidido directamente por el propio Concilio

Vaticano II. Ya no tenía sentido insistir en aquella crítica, me decían. Y

efectivamente, en mucho de aquello en lo que antes estábamos en desacuerdo,

¡ahora estábamos de acuerdo! Pero nos preguntábamos: ¿qué es

lo que podía estar todavía separándonos?

La respuesta a la que llegamos fue que, efectivamente, nuestras instituciones

eclesiales estaban separadas, y nuestras teologías tradicionales,

celebraciones, rituales... continuaban llevando caminos separados, pero

en nuestro compartir diario en el Centro Ecuménico Antonio Valdivieso

de Managua, donde trabajábamos como una cuasi-comunidad ecuménica,

no había tal separación, sino sólo diferencias de teología y de espiritualidad

que respondían a la riqueza de nuestras diferentes tradiciones,

pero que no eran consideradas como división ni separación, sino positiva

diversidad. La polémica entre Reforma y Contra-reforma, había quedado

superada para nosotros.

A partir de entonces los nuevos debates teológicos se planteaban

en términos positivos, como aportaciones con las que cada una de nuestras

diferentes tradiciones podían contribuir. El Concilio Vaticano II, así

como los movimientos reformistas paralelos vividos en el seno de las

Iglesias protestantes, como Upsala 68 o el movimiento «Iglesia y Sociedad»

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